La importancia de aquel proyecto de ley del año 1989 va a resultar notable en tres oportunidades en los años que siguen.
La primera, cuando se decide hacer la obra, algo que ocurre en el año 1992, oportunidad en que se declara de interés nacional la conexión de las ciudades de Victoria y Rosario en los fundamentos del decreto Nº 2.045/92 del 5 de diciembre. Es el tiempo en el que se entrega el millón de pesos, para iniciar estudios, del que ya he hablado en la nota anterior. Ese decreto fue ratificado por la ley Nº 24.516, aún vigente.
La Universidad Nacional de Córdoba confecciona los pliegos por encargo del Gobierno Central, en el año 1995, y ocurre la primera gran desilusión: no se incluye Victoria –Rosario en el presupuesto. El año siguiente, se llama mediante decreto, a precalificación de empresas, y en el mes de abril se inicia la venta de los pliegos.
La segunda, cuando se inicia la obra. Ocurre en el año 1997; se aprueba lo actuado “por el grupo de trabajo”, se autoriza la licitación pública, y se envía a Entre Ríos, después de una ardua discusión, más de un millón trescientos mil pesos para pagar expropiaciones vinculadas al trazado del puente Victoria-Rosario.La tercera, cuando se intenta suspender la obra. En el año 1999, se dispone un recorte del gasto público, y “milagrosamente”, luego de arduas disputas, se salva el “complejo carretero” en detrimento de la autopista Rosario-Córdoba, que se suspende.
Sigo con el relato. Lo había dejado en el año 1989, menos de un año de la gestión del “castigado” Carlos Menem.En realidad, el Puente Victoria- Rosario podía ser realidad sólo si se pensaba en un país grande, integrado culturalmente, con visión continental, y perspectiva latinoamericana, sin urgencias, sin crisis y lanzado hacia el futuro. De lo contrario, habría otras prioridades de inversión para el país.
Sólo si ocurriera un hecho fortuito, aleatorio, ocasional, se podría abrir la discusión nuevamente. Y este hecho ocurrió. ¿Cuál fue? El fuerte intento de no menos fuertes intereses dominantes que se proponen “acercar” su balneario preferido (Punta del Este) a Buenos Aires, construyendo el puente Buenos Aires-Colonia.Téngase presente que en 1991 los presidentes de la Argentina y Uruguay (Menem y Lacalle) habían suscripto un acuerdo bilateral para construirlo. Y en septiembre de 1996 se había firmado el proyecto entre los presidentes de ambos países, Menem y Sanguinetti, y a principios del año 1997 se habían puesto a la venta los pliegos para la preclasificación. El proyecto iba a “toda vela”. Entre Ríos, a través de acciones decididas de vecinos —recuerdo a los de Gualeguaychú—, sale urgentemente a oponerse. También lo hacen otros sectores. Contra estos grupos de presión, justo es decirlo, hay una firme oposición de los gobernadores Busti y Obeid, quienes denuncian que la maniobra conspira contra la realización del complejo Victoria-Rosario.
El proyecto Colonia-Buenos Aires seguía adelante. Se individualizaban entre sus ventajas que “se hace íntegramente con financiamiento privado” y “que los Estados no aportaban un solo peso”.Teníamos que apelar a otros medios: al debate, a la política, a la negociación, al consenso. Hablo entonces con el presidente de la Nación. Estamos en el año 1996, habíamos reformado la Constitución Nacional, y se venía una nueva elección. Le propongo que se nombre una comisión que estudie paralelamente la construcción del complejo Victoria-Rosario, y que se anuncie simultáneamente. El Presidente acepta.
Dispone se forme un grupo de trabajo. Lo invito a mi despacho al ingeniero Antonio Federico, amigo, compañero, que se había desempeñado en cargos importantes y estaba integrando la Comisión Mixta de Salto Grande. Le propongo que presida la comisión de estudio Victoria- Rosario. Acepta. Le llevo la propuesta al Presidente, me la admite, le asignamos fondos con la Jefatura de Gabinete, y unos meses después, me anotician de que en la próxima reunión de Gabinete de los jueves el grupo de trabajo informaría sobre los resultados.
El estudio, muy completo, lo conozco antes por gentileza del ingeniero Federico. Me informa que es imposible hacerlo por el sistema de peaje. Que el estudio del tráfico posible arroja resultados negativos. En realidad me dijo: desde un punto de vista realista, habría que estimar 2.000 a 2.500, vehículos diarios. Necesita sí o sí una inversión inicial importante, y más.
El peaje sólo puede atender una parte de la inversión a un plazo razonablemente extenso de recuperación.Le pido, no que mienta, pero que diga sólo una parte. Y que presente una versión más optimista del tráfico, minimizando la inversión inicial y potenciando el discurso político integrador y americanista cuando se dirija al Presidente. Nuestra presentación destacaría que un proyecto de inversión puede ser también evaluado desde un punto de vista social, mucho más amplio que el punto de vista privado, computando todos los beneficios, incluso los intangibles que hoy todos los entrerrianos y santafesinos concretamente palpamos, y en un plazo mucho mayor que permita la maduración plena de la inversión.
Ese fue el criterio que defendimos y que respaldó nuestro accionar.